24 febrero 2009

El gran escape

Al volver de mis vacaciones sentí un estruendo de proporciones que recorrió todo el edificio. Yo me encontraba viendo una película para tratar de evitar pensar en lo decepcionante que era mi retorno a Santiago, motivado por el ruido miré por la ventana, el agujero que quedó en el primer piso del patio interior del Edificio no era ficción, era un desahuciado del piso 18 que había decidido lanzarse al vacío. Manerita de recibirme- pensé. Días antes de eso mientras aún disfrutaba de mi ocio leía en el diario: "Profesor de patinaje se lanza desde piso 14 en pleno centro de Santiago", leyendo el desarrollo de la noticia me entero que es una cuadra más allá de donde vivo. Ni cagando vuelvo- me engañaba. A veces (o la gran mayoría de las veces) planteo tantos planes en mi cabeza como infinitas son las posibilidades que se me permiten, tal es la cantidad de ideas desbocadas que me es imposible no abrumarme ante la mínima posibilidad de que todos ellos fracasen, pero pese a esta mala fe me niego a descartar todas mis proyecciones, sería un fracaso, finalmente, caer en un conformismo aberrante solo por que el temor viene a sacudirme la existencia. Cierto es que la condición humana así lo supone, nuestra voluntad es la que inquieta y nos impulsa a movilizarnos en búsqueda ambiciosa de nuestras necesidades, que ese “malestar” interno no se calmará jamás si, al menos no intentamos darle el gusto a nuestro deseo, satisfacer esa imperiosa carencia que se refugia en nuestra profunda intimidad. Pero tampoco debemos caer en el lugar común de solamente “intentar”, porque fracasar en si encierra una idea pre-juiciosa de no haber logrado cometido, o peor aún: de haber obrado de manera errática. No quiero llevar la discusión a un plano ético ni kármico, sino mantenerlo en el punto de partida técnico, llamémoslo. Pero ¿Existe realmente el fracaso?, podríamos llevar su categorización a un nivel más favorable si se quiere, al hecho de cambiar constantemente de rumbo, de encontrar nuevos caminos a recorrer tras cada nuevo “fracaso”, de finalmente concebir en potencia el error como un nuevo destino que encierra un misterio digno de ser re-conocido, disuelto, re-velado y observar cuidadamente que idea es aquella que se nos propone, compararla con nuestro punto de partida y ver si la distancia que hasta ahora llevamos transitada supone aquella concepción que traíamos a colación cada vez que respirábamos hondo y nos convencíamos diciendo “aquí vamos otra vez, intentémoslo”. No es proponer nada nuevo, si invitar quizás a una perspectiva más favorable y ante todo alejada de los rígidos dogmas entre los cuales vamos desarrollándonos como hombres y mujeres dirigidos hacia un futuro que aparece preconcebido casi hasta hacerlo predecible, sólo oscurecido por nuestras propias vacilaciones.

2 comentarios:

caroviX dijo...

Pues yo prefiero volverlo a intentar cada vez y equivocarme y quizás volverme a equivocar a no intentar nada más, ahora dentro de mis posibilidades ya que las prioridades son otras , al igual que las responsabilidades por eso hay que seguir intetándolo antes que terminar toda tu vida lamentandote por algo que no hiciste. Si es fracaso actuar de manera errática bueno será no más, para mí no lo fue. Si no me caigo una vez como voy a aprender ?

Anónimo dijo...

Existen multiples manerass de ver el fracaso en la vida, en mi plano personal mas que cometer errores me ha significado proyectos inconclusos....un vacio que se manifiesta en mi interior emocional, un estancamiento.

Sequimos subiendo escalones, cuanto he triunfado en la vida?
bastante poco!
he aprendido a ser menos ambiciosa, porque ese el el real problema, nos proponemos tantas fantasias a lograr que quedan en un 20% logrados y el otro 80 por lograr todavia?
shuata mejorr no empezar de 0, mejor seria adecuado buscar otras alternativas mas inmediatas para satisfacer nuestros deseos,y por lo menos sentirnos a gusto ahora!, y no proyectarse tan a largo plazo,es que realmente vivir el futuro es una tortura.

Vive el presente y se un pokito mas feliz.


MI APORTE CHEVI

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