No bed for Beatle John

Definitivamente tener los discos y el reproductor de mp3 al lado del colchón es un enemigo natural del sueño. Es como desordenar un sistema ecológico, cuando alguien por error mitiga una plaga desordenando un maravilloso e in-entendible equilibrio. Hoy por hoy y durante estas últimas noches vienen a orquestar el insomnio dos discografías: la de John Lennon y la de Johnny Cash. La del primero en un recorrido obsesivo que a veces me baja por sus discos en orden cronológico, y como quien trata de entender a un amigo cercano en un extraño actuar me paseo por los palos que le manda a McCartney en “How do You Sleep” hasta el quitado de bulla pero siempre ácido “Sunday Bloody Sunday” y maravillándome (nuevamente) con temas quizás no tan populares como “Intuition”,“Aisumasen (I'm Sorry)”o “Nobody Loves You (When You’re Down and Out)” y armándome de paciencia para oír los Unfinished Music “Two Virgins” y “Life With Lions”, que creo que drogado con ácido y heroína es la única manera de oírlos resistiendo la tentación de adelantar los tracks a los 15 segundos y creo además que a Lennon y Yoko son los únicos que gustan de ambos discos, no deben faltar los snobistas artistoides, pero que más da siempre los habrá. Y hasta tengo la certeza de que Imagine hubiera sonado mejor de no haber quitado el teclado y saxofones de la primera toma, quizás la mano del dictatorial Phil Spector tuvo algo que ver. El recorrido cronológico, en el caso de Lennon comienza obviamente mucho más atrás, se remonta a su insoslayable pasado Beatle y su desarrollo como compositor y de que manera en esos años ya comienza a desarrollar una faceta que luego, sin la censura del políticamente correcto Brian Epstein se desenvolvería completamente sacando ronchas al gobierno de los Estados Unidos, Católicos, Fascistas, Violentistas y muchos más cuyos intereses se veían ventilados con la crítica del Beatle político. Sin ánimo de ahondar en la temática BEATLE, lo que significaría un insufrible infinito de descripciones que pretendo ahorrarles, me cabe la necesidad y opción de explicar porqué John Lennon es mi BEATLE favorito. No suelo dar explicaciones, pero fanatismo obliga y además una suerte de raciocinio que noches atrás hacía me llevo por estas conclusiones improducentes pero adorables. Sucede que, IMAGINE, por ejemplo, que valga la ocasión aclarar es un poema de Yoko Ono (touché para los puristas Lennonianos) (Not me) describe un idilio versionado hasta en Swahili a estas alturas en cuyas líneas se menciona desde la no existencia del infierno, la biblia, vivir sin necesidad de envidias, hambres o guerras y desprenderse de todas las posesiones para que el mundo, se transforme en uno de verdad habitable. Pues bien, éste es el Lennon que yo llamaría interprete por sobre todas las cosas, transmitiendo un mensaje universal y sencillo en todas sus líneas pero imposible de concretar por ABC motivos de orden socio-político etc. etc. etc., un interprete que dista mucho de los interpretes con actitud mesiánica-salvemos-el-mundo-del-hambre-y-la devastación al estilo Bono o Chris Martin, o el mismísimo Sting, que dona sus ganancias a salvar un medio ambiente que el mismo termina contaminando con sus aviones privados donde transporta el equipo para tocar en mega recitales, en fin, Lennon a sabiendas del poder mediático que lo rodeaba usó a la prensa de la época para transmitir una de las principales causas de su activismo: La Paz, y ¿el single?: Una guitarra acústica, una frase pegajosa y algunos amigos. Ahí el comienzo de una persecución por parte del gobierno Norteamericano por considerarlo una negativa influencia para la juventud del país, politizar a los hippies y hacerles sacar la voz ante la guerra de Vietnam era una roncha con tremendo escozor para el conservador Nixon. El otro Lennon, el “primer” John Lennon solista, si podríamos llamarle así, el que me llevo a concluir esta sartanada de interesantísimos argumentos es más biográfico, desgarrador y me ofrece una mayor empatía e identificación. Puntualmente el disco “Plastic Ono Band” que nace tras la ruptura oficializada de The Beatles. Un piano, una guitarra, un bajo y una batería son suficientes para acompañar la serie de letras que componen los dilemas en la vida de Lennon: la muerte de su madre, la ausencia de su padre, encontrar el amor verdadero, la tajante separación de sus dogmas espirituales, musicales y sociales, el aislamiento; entre otros. Aquí observo y puntualmente oigo una cercanía entre la vida de Lennon y la mía y si lo pienso bien con la vida de todos, ya que indudablemente atravesamos situaciones similares en donde un momento de crisis se traduce en una final reflexión que se vuelve a la base de tu vida y pensamiento. Canciones de corte universal que no intentan vender producto alguno ni promover un dogma ni tampoco convencer de alguna idea, sino compartir una visión de mundo gatillado por todo lo que te rodea o lo que alguna vez te rodeo. Imposible, al menos para mi, conciliar el sueño de manera placentera o gratuita si tras el play comienzan a desbordar los gritos de Lennon que en su último hilo de voz despotrica de rabia y angustia por las situaciones que alejaron y dieron muerte a padre y madre respectivamente, difícil cerrar los ojos al oír a Lennon que dejó de creer en Elvis y Bob Dylan, otrora ídolos de su infancia y juventud y hasta en los Beatles sus amigos y compañeros desde siempre, pero relajante escucharlo concluir que cree en él y que es eso lo real y lo que mantiene vivo, a él en su música y a mi en mi insomnio.