26 febrero 2009

Todos íbamos a ser ebrios

Varias lecturas acompañaron mis años de Universidad, unas más interesantes que otras claro está. Algunas impuestas, varias de ellas por elección propia y finalmente algunos documentos que fotocopiados por mala fe nunca fueron leídos o lo que es peor aún: leídos en el trayecto de la micro a la Universidad y con escasa comprensión del mismo, este gesto creo que a estas alturas es más que un clásico de todos los estudiantes. Partirse la cabeza tratando de entender La crítica de la razón pura, haciendo esfuerzos sobre humanos para tener una idea de que carajo quería decir Aristóteles en La Metafísica y dejando a las neuronas en estado de coma tras enfrentarse a Ser y Tiempo del siempre denso Heidegger eran rutinas habituales del estudiante de filosofía. Respecto a esto un compañero hace unas semanas me comentó algo que me resultó totalmente cierto: “Uno enseña (filosofía) de lo que alcanzó o quiso entender en todos los años de Universidad”, me dijo precisa y concisamente. Por suerte apenas alejados de la Facultad de Humanidades y Arte ninguno de nosotros hablaba de Heidegger ni de Kant y de cuán interesante y misteriosas eran sus formas de teorizar la esencia del ser y blah blah blah como otros personajes que se pavoneaban de lo que habían aprendido apenas dos clases atrás y ya hablaban como la más erudita de las autoridades. Cada clase terminada envolvía un dilema una vez fuera del aula ¿Dónde nos emborrachamos hoy? Esa era la única gran interrogante, que tampoco generaba un gran debate al contrario y para nuestro beneficio sólo presentaba soluciones, mareos, humos y filosofías de cantina. Los lazos se estrechaban, los envases se vaciaban y los humores se llenaban de satisfacción y embriaguez, extraños humos paseaban por nuestras gargantas y todos éramos felices, estar borrachos nos volvía infinitamente felices. Por casualidad llegó a mis manos una obra que mantuvo cautivada nuestra mente volátil varias semanas, su lectura postergaba incluso a aquellos textos que merecían urgentemente ser leídos por dictamen de los profesores, se trababa de “El que tiene sed” del argentino Abelardo Castillo. El sediento protagonista de esta historia Esteban Espósito un borracho empedernido que página a página fue ganándose la empatía de sus jóvenes lectores terminó finalmente convirtiéndose en el alter ego de todos quienes nos veíamos perdiéndonos en sus líneas. Cuando nos dimos cuenta que en la tienda del Foro de la Universidad el ejemplar del libro estaba a $800 pesos cada uno de la manada de ebrios compró su propia biblia para leerla y re-leerla a destajo y no tener que depender de la fecha de devolución que la biblioteca nos imponía. Fue así como refugiándonos de la lluvia en el plato de la U de Conce mientras la caja de vino amenazaba con acabarse iniciábamos las tertulias en torno a Esteban Espósito, sus desventuras, las imágenes de sus delirium tremens, el encuentro con Jacobo Fiksler, la temporada en el psiquiátrico, el amanecer con la prostituta y sus conferencias en pueblos perdidos sin tener puta idea de cómo carajo había llegado ahí. Cada uno de nosotros fue Esteban Espósito, un ebrio de tomo y lomo, con filosofías baratas, discusiones fáciles, poeta chanta y el caminar zig-zageante entre la noche y la niebla Penquista, el despertar con vagos recuerdos y una jauría de hienas mordiéndote las sienes con plena alevosía. Nuestro comportamiento era una apología al borracho literario y melancólico, enajenado de las superficialidades del mundo terrenal y sumergido en monólogos psicológicos improducentes. Fuimos hermanos en aquellos antros inolvidables: la estrechez del Lengue-Lengue, la escalera suicida que conducía al primer piso del Minotauro (lugar que fue demolido lentamente delante de nuestros ojos y ahora es un edificio burgués), la dicotomía del Martínez de Rosas, la arquitectura serpenteante de la escalera de calle Víctor Lamas, el Foro de la Universidad de Concepción, los pasadizos hacia la facultad de Geología, las habitaciones de los compañeros que venían de otras ciudades y un sin fin de geografías que apenas entrada la noche nos recibía como hijos pródigos de la embriaguez y el callejeo. Nunca fuimos intelectuales, jamás nos encantó la pedantería de los poetas o artistas de humanidades, rara vez fuimos estudiantes brillantes, no recuerdo que las peleas de perros fueran lo nuestro, sólo fuimos compañeros de la bohemia y de la noche fraterna, éramos ebrios y vivíamos la resaca del mundo.

8 comentarios:

caroviX dijo...

Uno de los momentos más notables, las cuales creo yo que todos hemos pasado al s r estudiantes . Que recuerdos trajiste a mi mente , El Lengue Lengue , el Monitauro , año 2001-2002 dejándome caer por esos lados , compartiedo , conociendo gente en las mismas que uno ! Muy buen acierto !
Noto cierta nostalgia , no sé si es por tus años de la U o por que extrañas ejercer.
besos

..::ChIqUiTiTa::.. dijo...

que nostalgia mas hija de puta.... y es frase que dice "los mejores años de tu vida, son justo antes de que comienza tu vida" la universidad, y todo lo que la envuelve son lejos, los mejores para mi...
wn! lengue lengue lo habia absolutamente olvidado! jajjajjaja notaaable! (K)

Mc Queen dijo...

Todavia me sigo preguntando que esconde ese . que tenes como marcador para pulsar e ingresar a tu blog.
Si al abueloPocho lo añoro, lo extraño y hay tantas cosas que no se puede expresar, o no tengo las palabras justas. No me justifico pero me gustaría esplallar mis oraciones. Oh

konst dijo...

la resaca del mundo (:


uta cuando hablai de filosofia me acuerdo de la viaja culia ke me odiaba mucho, la boca e congrio )': ke la odio a esa culia. mas weona ademas no tenia idea de nah

Un tobillo menos dijo...

pero por qué escribís tanto oooooooooh
:)
oye chevi sssshevi ship
te devolví la llamá xD no sé si ése sea tu nº D:!
:) soifskmfldsmfkldmfsfmsfsgfkgmkdfmkmvkmdkml

nat dijo...

La ebriedad en BARRIO BELLAVISTA la lleva con cuatica!
ahahaha alucinante!

nat dijo...

http://ridemaniaca.wordpress.com/

Anónimo dijo...

me dieron ganas de llorar, no me pregunstes como mierda llegue a tu glob, el caso es que estoy aqui... intentando en esta hoja virtual decirte que mis años en conce fueron los mejores de mi gastada vida... que fui uno de esos que presto la piesa para que varias soledades se juntaran a vivir el mundo entre vino "santa brigida" y extraños cigarros con nombre... un amigo que te quiere Negro Leo

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