05 agosto 2009

Policía Secreta

Era tal y como lo imaginé, una vez que estuve ahí fue como si entrase caminando a la imagen que durante días retuve en mi cabeza, mientras trataba de mantener la calma en la habitación del hotel mezclando heroína con tabaco y alcohol, por la ventana miraba la ciudad que pronto abandonaría. A veces cuando me dejan salir al patio y enciendo un cigarro el humo azul me hace volver en cosa de segundos a la espesura de la selva. Siento que puedo palpar la metálica indiferencia de los misiles que el gobierno me había encargado destruir, la amenaza comunista que tramaba esa selva era un peligro apuntando al occidente, me parece haberlo logrado. Todo lo que fui quedó enterrado en el fango y la humedad de esas noches de lluvia que soporté escondido en la espesura de la jungla enemiga: mi nombre, mi recuerdo, los planos, los códigos y por supuesto la tortura. Miro a mi alrededor y me cuesta creer que ellos no sepan nada de esto, gracias a mi es que siguen vistiendo esos delantales blancos y pronunciando esas palabras articuladas que sus bocas escupen cuando me fuerzan a entrar en esa habitación porqueriza donde tengo que esperar a que el gobierno nuevamente me contacte.

2 comentarios:

Un tobillo menos dijo...

Woooooooooooow, no de ladrido sino de asombro, me gusto chevison :D

Anónimo dijo...

Como que lo sentí.

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